-Pregunto yo si valdrá
Nicanor Parra
la pena poner un disco
la pena leer un árbol
la pena plantar un libro
si todo se desvanece
si nada perdurará
¿Cuántas veces nos animamos a preguntarnos por la vida, la muerte, los sueños?, ¿cuántas, volver a cuestionarnos por aquello que parece evidente? Realizar preguntas, cuestionarnos a nosotros mismos y al mundo es difícil cuando fuimos educados con el mandato de que nuestra tarea encontrar respuestas. Sin embargo, como expresa Santiago Kovadloff, en nuestro tiempo preguntar “se vuelve imperioso para poner al desnudo el hondo grado de simulación y jactancia con el que se vive. Tan imperioso, diría yo, como peligroso.”
Hacernos preguntas nos pone en un estado de fragilidad: las verdades que creíamos absolutas se vuelven relativas, las certezas empiezan a desvanecerse, se convierten en ese jardín de senderos que se bifurcan, para tomar las palabras de Jorge Luis Borges, lo que parecía imposible empieza a verse tan cercano como lo inmediato.
En esta línea de ideas, qué otro discurso es el género de la pregunta sino la literatura. Pues allí nuestra propia lengua se vuelve una extranjera, allí estamos obligado a interrogarla, los universos posibles nos proponen volver hacia nosotros mismos pero con otros ojos, nos devuelve a nuestro mundo desnudos, sin ropajes previos.
Leer y preguntarnos
Desde esa comprensión donde la lectura y la pregunta son dos componentes esenciales para conversar sobre literatura, el martes 27 de agosto, como Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, a través de la Subsecretaría de Planeamiento Educativo y el Plan Provincial de Lectura, realizamos el tercer encuentro sobre Conversaciones literarias con estudiantes de la Tecnicatura en Bibliotecología. En diálogo con lo trabajado en los talleres anteriores, los estudiantes se enfrentaron al desafío de pensar en las maneras de cómo interrogar los textos. Para ello, estudiantes y mediadores leyeron Juul, libro álbum cuyo personaje central es un muñeco de madera (¿o un niño?) que va desarmándose por las palabras de los niños.
Lectura en voz alta, entrecortada, lectura de imágenes, diálogo y creatividad fueron fundamentales para poner en primer plano a las preguntas y su rol en el marco de una conversación literaria: ¿por qué Juul es de madera?, ¿quién podría haberlo rescatado de las palabras de los niños?, ¿cómo es posible volver a construir al pequeño Juul?, ¿acaso este texto nos recuerda a otros personajes del cine y la literatura? Estas fueron algunas de las preguntas que mediadores y talleristas fueron realizándose mientras recorrían las páginas del libro, desembocando en la construcción de un nuevo Juul hecho no solo de palabras sino también de objetos que si bien parecen no servir más, cobran vida cuando se los mira desde otros lugares. Cuando ocurre lo mismo con los textos, cuando parecen no tener nada más para decirnos, las preguntas pueden transformar la mirada y ser el trampolín para crear nuevos sentidos. Allí, en el encuentro con la palabra de los otros, podemos responder a los versos de Nicanor Parra: pues claro que vale la pena leer un árbol y plantar un libro, aunque todo parezca desvanecerse.